Mandil blanco
de la primera puesta
me llego a ti
con mis alfabetos de agua
y con los puros azules
azules de mis manos
y el azul del lápiz
con que escribí en el viento
mis palotas rotas
Qué fue de aquel
tu bolsón repleto
de mariposas de miel y brisas
Qué fue de aquella
mi pizarra
que marcó el luto de tus trenzas
Qué fue de la embriaguez
del vino de tus ojos
que maduraban en el mar
Ahora que el recuerdo
se pone tan difícil
vamos tomando las manos
de la tarde -la hermanita buena-
para jugar ronda
en torno de la muerte
Mandil blanco
da para mis manos
el frutos de un rostro.
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